Han pasado seis años desde que Disney decidió volcar sus esfuerzos en producir versiones live action de sus grandes clásicos animados. Fue en 2014 cuando comenzó esta apuesta con el estreno de Maléfica; y este 2020, Mulán es la gran apuesta para seguir consolidando éxito en taquilla, apelando a la nostalgia del espectador, pues gente como tú y yo crecimos con sus películas y, gracias a éstas, tuvimos una infancia feliz.
Esta nueva Mulán es la 11va película remake de “la casa del ratón”, y aclaro que la precedente versión animada es una de mis historias favoritas. Desde que se anunció este filme live action, mi hermana y yo lo esperamos con ansias, pues no sólo Mulán es de nuestras heroínas preferidas, también el resto de los personajes, como Mushu y sus amigos Chien-Po, Ling y Yao, son un deleite. Sumado a ello, el soundtrack de la versión clásica es uno de los mejores, con canciones como Hombres de acción o Mi chica es la razón; no hay quien se resista a cantarlas.
Y es justo por todo lo anterior, todo eso que no estuvo presente en esta versión, lo que le hizo falta para convertirse en un verdadero éxito. Si bien los live action han recaudado millones de dólares en taquilla alrededor del mundo, ninguna ha logrado cautivar a los miles de fans que crecimos con tales versiones en caricatura; yo incluso me atrevería a decir que tampoco a las nuevas generaciones.
¿Qué está mal con Mulán, la película live action?
Discutí con mi hermana sobre ello. No coincidimos en nuestras opiniones; mientras que ella considera que es entretenida o palomera, yo no podría estar más en desacuerdo y quiero explicar por qué:
Primero, he leído entrevistas hechas a la directora, Niki Caro, quien ha declarado sobre su decisión de no incluir a Mushu o quitarle las canciones originales para darle realismo a la historia. Lo cual no está mal, sino fuera porque hay una bruja con poderes sobrenaturales y las peleas desafían las leyes de la física, ¿qué hay de realidad en esto?
En segundo lugar, un cambio radical con la versión clásica de 1998 es la naturaleza de nuestra heroína. Mulán ya no es una chica normal, común y corriente, enfrentando la adversidad y demostrando su fuerza interior y valentía; nuestra nueva protagonista posee un chi (fuerza o energía vital) muy poderoso, y decidieron presentarla como una superheroína con habilidades especiales.
Es difícil empatizar con alguien que, no sólo nació como un ser sobrenatural -una guerrera nata-, sino que sus motivaciones y deseos no convencen ni son plausibles. Su predecesora, con todo y un dragón que habla, se siente más realista y es más emotiva que esta versión con personas reales.
Una historia de Disney, pero sin corazón
La falla más grande que le encuentro está en el guión, el cual se queda lleno de incoherencias, inconsistencias y explicaciones. Desde los primeros minutos las situaciones que vemos en pantalla carecen de sentido, como el por qué presentar una bruja tan poderosa, que puede transformarse en lo que sea o quien sea y teniendo al emperador enfrente no lo asesina, como era su plan; o la escena donde Mulán es reprendida públicamente por la casamentera, cuando minutos antes vemos claramente que no hizo nada malo.
Quizá el principal error está en nuestra protagonista, que carece de un verdadero conflicto interno que justifique, en primer lugar por qué emprender su viaje -no se tomaron la molestia de mostrar a una hija profundamente mortificada por la inminente muerte de su padre-; y en segundo lugar, el conflicto sobre su identidad, teniendo mayor peso el engaño que estaba cometiendo, que el temor normal de una joven a morir si la descubren.
Simplemente se esperaría más de una película que costó 200 millones de dólares, y no sólo respecto a la historia que nos cuentan, sino a la presentación visual, que también carece de impacto y, dicho sea de paso, realismo.
Mulán termina siendo un blockbuster más, nada memorable, y por el contrario, es una historia aburrida, incoherente, sin el carisma y lo interesante de su versión animada.
¡Deshonor!, deshonor sobre toda tu familia. ¡Deshonrada tú! ¡Deshonrada tu vaca!